martes, 31 de diciembre de 2019

Propósitos, deseos


Ojalá juntemos tus lágrimas ocultas con las mías provocadoras. Y juntas se deshagan como estos copos de nieve la próxima primavera. Que vendamos esa inquina que algunas veces se nos instala en el pecho y nos reconozcamos siempre precisos, valientes, constantes; que nuestra única rendición sea la que se cuelan entre las sábanas.
Ojalá un pellizco de risas se instalen en la boca del estómago y nos exija como peaje sólo carcajadas tuyas y mias de esas noches  imnsonicas que la pena nos visita. Que sigamos fuertes en este tiempo incierto y que se agoten tus ganas de callar y las mías de escapar. Que tu paz coloree mis aceras, y que respirar no sea tan gran esfuerzo.
Ojalá la verdad hable nuestro idioma, que se aleje de nosotros el rencor y que el odio no se atreva ni a rozar el aire que separa tu boca y la mía, que se nos erice la piel por estar separados, y lo maldigamos, y nos echemos terriblemente de menos.
Que se enciendan todas las estrellas cada vez que me hables, que nos reconozcamos en cada carta desesperada. Que juguemos más y callemos menos. Que nuestra razón venza siempre a la desesperanza.
Ojalá más flores en tu vida, más árboles que te cobijen.
Ojalá más canciones, millones de canciones compartidas. Que construyamos cada día ese universo nuestro, de castillos siderales, que no olvidemos nunca ese sueño idílico que tuvimos una vez.
Ojalá por fin una reconciliación con nuestro pasado y dar la mano a todo lo que fuimos.
Apostar por nosotros como hoja de ruta, dejar de tener miedo. Cerrar nuestras heridas para que corra por dentro lo que nos importa, lo que nos conmueve. Y perdonar para avanzar. Perdonarnos. Perdóname por favor.
Ojalá entendamos que a veces no se puede entender todo, que realmente no es necesario. Que cada error también nos ha hecho el camino que nos trae hasta aquí.
Ojalá pueda abrazarte como si la vida se me fuera en ello, tan fuerte como si ese abrazo me pudiera salvar del tiempo y las ganas.
Ojalá encontrarte siempre en mis viajes, en todos mis sueños, en cada una de las frases que escriba, para que si un día nos separan las corrientes poder encontrarnos de nuevo sin necesidad de encender la luz, solo guiados por un instinto común que nos hace de brújula.
Ojalá construir.
Que ya nos destruimos bastante.



• Y, susurrándome, Pearl Jam•


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Alma


" Durante mi juventud mantuve relaciones más íntimas con paisajes y obras de arte que con los hombres; sí, soñé durante años con una poesía en la que no aparecía ningún ser humano, sólo aire, tierra, agua, árboles, montañas y animales. Veía al hombre tan apartado del alma, tan dominado por los apetitos, tan entregado de forma cruda y salvaje a metas primitivas y simiescas, tan ávido de fruslerías y baratijas, que por un tiempo me dominó el craso error de que tal vez el hombre ya no era capaz de mostrarme el camino del alma y había que buscar este manantial en otro lugar de la naturaleza."

• Herman Hesse •



 • Y, susurrándome, Vega e Iván Ferreiro •




viernes, 15 de noviembre de 2019

La generación que me contaron tantas veces


Todos queríamos algo mucho mejor de lo que nos merecíamos. Agarrábamos las estrellas cuando caminábamos por esas calles repletas de los luminosos que orgullosos cobijaban los bares donde éramos felices. Era de noche, e íbamos tan guapos que los autobuses del barrio paraban a mirarnos, que los peatones de la calle nos cruzaban con cuidado. Íbamos tarareando nuestras canciones, las que tanto nos gustaban. Íbamos agarrados a los vasos de litro, con los ojos despiertos, vibrantes y empañados.
Éramos una generación sin definición exacta del diccionario, sin nombre, sin perfil. Una generación adictos a demasiadas cosas, pero era loco todo lo que nos queríamos. Nos mirábamos a los ojos, y nos reconociámos en los espejos de cualquier feria, en las fotos de papel, en las paradas del bus, en los estallidos que asolaban países lejanos y a la vuelta de la esquina.
Alucinábamos con los escaparates de las primeras tiendas internacionales y con las drogas de diseño dentro de un vidrio opaco. Y éramos excesivamente desarraigados, aunque todos adorásemos a nuestros padres y echásemos terriblemente de menos a los abuelos.
No estábamos de acuerdo con casi nada y nos quejábamos demasiadas veces de todo.
Visitábamos museos, veíamos películas en el cine, y luego hablábamos de ellas en corro durante horas, rulando petas de hachís y miradas de reojo de esos que nos querían en secreto.
A veces éramos capaces de escucharnos, de asentir y de imaginar juntos. Demasiada gente a nuestro alrededor, demasiadas costumbres por derribar. Aún llamábamos a casa desde las cabinas telefónicas. La última generación que opinamos a solas de verdad, sin soluciones inmediatas.
Más genios de la cuenta, canciones por el walkman, poemas de barrio.
Cerveza y whiskys con cocacola, caminos de vuelta siempre acompañada, la comida hecha, ropa desordenada y un póster el la puerta del armario. Dormir con el rímel puesto y unas resacas que nos explotaban entre las piernas.
La generación que vivió más machacados pero con el futuro más claro. Quizá sólo pasemos a la historia por destrozar un mundo que nos vino grande, aunque nos joda reconocerlo, aunque mañana sea otro día, y el tiempo que ya hemos vivido nos lo ha curado todo.
Ya hay demasiadas generaciones mejores, así que en la nuestra sólo queda querernos un poco más todos, aunque sea demasiado tarde.



• Y, susurrándome, Rapsusklei (y KaseO)


Descripció

lunes, 14 de octubre de 2019

Habrá otras vidas para poder olvidarse


Y sin darse cuenta se alejaron. Cada noche un paso atrás hasta hacerse dos completos desconocidos. No necesitaron engaños ni el dramatismo del que él siempre acusaba a cualquier película que veían en el misma habitación.
Y sin darse cuenta esa incapacidad de sentir les untó las manos de tristeza, intuyendo que durante los próximos días estarán tan lejos el uno del otro que quizá sólo reconozcan sus nombres por separado.
Dejaron de ser importantes la docena de preguntas que se agolpaban en la puerta, y además daba igual, que ninguno de los dos llegarían a entenderlo.
Y cada minuto un paso más atrás, él reprochando la culpa, ella pidiendo perdón porque nunca podrá dejar de alejarse.
Dar un paso atrás, seguido de otro, es lo único que les quedó para salvarse, el único camino por donde poder avanzar.
Después de todo ya no se conocían, ninguno de los dos.

 • Y susurrándome, Andrés Calamaro •



sábado, 12 de octubre de 2019

Volver a casa


"El vínculo más importante entre una persona y un paisaje no es que se haya estado en él, sino que él haya estado en ti."

Kaori O'Connor


• Y, susurrándome, Joaquín Cardiel, Mauricio Aznar y Amaral • en casa también.




martes, 24 de septiembre de 2019

Eres quién


Podías haber nacido cualquier otro día, que más da. Y si lo hubieras hecho que más da que fuera hoy que quiero sacar otra gotita azul de mi chistera y descorchar una canción que lo haga mucho más bello y sencillo que yo.



Eres tú,
y eres quién.
Y existes.
Y hoy también.
Y eres dónde comparto esas ganas malditas que tengo de huir,
de quemar el libro de vida que tengo sobre la mesita de noche.
Y a tí un día conté todos los defectos que no soy capaz de asimilar y mucho menos nombrar, todas mis noches sin dormir o esa ansiedad que zapatea en el pecho.
Y tu hombro, el destino donde reposan las heridas y mi historia, todos los cristales que todavía cortan.
Y las manos dónde nace el sentido al sentimiento de infinitud.
Y las preguntas que nunca puedo responder,
y también los pájaros hambrientos de tu cabeza.
Y saltar esa grieta,
y coger fuerzas para tirarnos al vacío.
Y comprarte la soledad y el silencio como única respuesta.
Y hacernos una cabaña con tus lobos y los míos, y perder el miedo a acariciarlos y a su rugido. 
Y siempre tú quién guardas el manual de funcionamiento que salva mis distancias, mis errores, mi fuerza,
y como cerrar de una vez por todas las puertas que no van a ningún sitio.
Y cambiar de nombre,
y convertirme en cisne,
y formar parte de la historia.
Y escribir los capítulos que aún faltan,
Y no saber colocar el punto final.
Y qué hacer con mi culpa.
Y dónde reclamar los abrazos que no dimos, las caricias inocentes y salvadoras que llegan siempre a destiempo.
Y cómo llegar a entender la ausencia y la muerte, la nada que se queda a vivir, los caminos descruzados, el no saber siquiera cómo.
Y la luz que vence a tanta sombra,
y la pregunta si habrá alas para tanto vuelo,
y tanto miedo a tener miedo,
y el miedo a echar raíces,
a existir
Existir como tú hoy, como siempre lo hiciste.





                               

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Sucede que a veces nos ponemos de acuerdo las dos


Llueve. Y llueve desde ayer sin parar. Pero es que hoy el agua no puede caer más fuerte, como si se propusiera moldear nuestro carácter detrás de una venganza planificada. Precisamente hoy.
Justo hoy ya no cabe más agua en las alcantarillas y se destiñen a gris todas las fachadas blancas de la calle. El suelo de la ciudad deja de ser lo que siempre es, se desdibujan las aceras dando paso a pequeños canales y la gente parece bailar una música muda mientras saltan de un charco a otro.
Hoy precisamente que no necesito nada y que amanecí pérdida entre el bosque espeso instalado en mi cerebro. Ahí ya es otoño y aquí fuera parece que también.
Doy un salto por inercia al salir a la calle, pero no soy capaz de dar una zancada más grande para evitar el riachuelo que hay en la esquina con la avenida. Al final acabo mojándome hasta la media pantorrilla y mis calcetines a rayas no se secaran hasta las once de la noche. Sonrio y vuelvo a cruzar el charco haciendo como que no lo he visto, me río con más ganas.

Y yo pensaba que ya era mayor...


   • Y susurrándome, Jorge Drexler •